En estos tiempos en que en cualquier esquina matan por un par de zapatillas, en un país que todavìa sagra por la ùltima dictadura, el fùtbol deberìa ser un escape, un entretenimiento o algo para distraerse. Pero lamentablemente en la ciudad no podemos hablar del deporte en sí, de una nueva derrota de Central ni del triunfo con diez de Newell`s.
Tenemos que hablar de aprietes, amenazas y más violencia. En Central los resultados no llegan y la continuidad de Pablo Sánchez pende de un hilo, pero nada tiene que ver con lo deportivo los cobardes planfletos que circularon por la zona de La Florida amenazando al entrenador canalla y a su familia. Todos los caminos conducen a un solo lugar, a aquellos que dicen ser "hinchas" pero que ven el partido de espaldas y cobran por cantar. Da mucha tristeza que a una persona como Vitamina que siente los colores auriazules igual que el más fanático se lo tilde de "poco honesto" como rezaba el panfleto. Seguramente la dirigencia canalla, tan amiga de las conferencias de prensa, anunciará su total repudio a estos hechos, pero ¿alcanza con eso?
Cruzando la vereda, la pelea entre Ricardo Caruso Lombardi y el plantel de Newell`s parece no tener fin. Luego del comunicado de los jugadores posterior al triunfo frente a Lanús, Caruso se despachò con una frase alarmante: "Tengo tres balas y se las voy a poner en la cabeza si siguen hablando boludeces". Repudiable, lamentable, vergonzoso, poco profesional, de cualquier manera se pueden calificar estas declaraciones de un entrenador que perdiò el rumbo, que se dejò llevar por el calor de las acusaciones y que seguramente se mostrará arrepentido, ¿o no?
Sigue el fútbol, fecha entre semana, algunos ganan, otros pierden, pero la que está siempre presente es la violencia, de forma física o verbal, porque hoy violencia y fútbol van de la mano.
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